Ya sea durante la mañana, la tarde o la noche, la inseguridad acecha a los estudiantes del Centro Universitario Dr. Julio Prebisch, sede de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) ubicada en el Parque 9 de Julio. Entre los alumnos que circulan por allí está instalada la percepción de que pueden convertirse en víctimas. El estado de alerta no se limita sólo a las caminatas o las esperas del bondi, sino que persiste incluso dentro de los edificios. Es que los concurrentes de las facultades de Filosofía y Letras; Psicología; Odontología y Educación Física saben que los asaltos en la zona del Parque 9 de Julio son episodios corrientes.
Los grupos de WhatsApp registran la preocupación. En ellos corrió la voz sobre los robos de celulares ocurridos entre mayo y junio. En virtud de esto, los centros de estudiantes de Filo, Psico y Odonto enviaron un petitorio al Rectorado de la UNT. La nota solicita medidas de seguridad en la zona de la avenida Benjamín Aráoz desde la Terminal. Unos días después, las autoridades anunciaron el regreso del corredor seguro que funcionó de manera intermitente durante los años 2018, 2022 y 2023.
La decisión supone la presencia de policías en el espacio que se extiende desde la rotonda de El Bajo hasta la Comisaría 11, y abarca toda la Benjamín Aráoz. Pero los estudiantes desconfían de esa solución. Un sondeo informal realizado por LA GACETA reveló que muchos creen que es una buena medida siempre y cuando sea una iniciativa a largo plazo y los policías sostengan la guardia durante todo el día. Algunos contaron que ya notaron más presencia policial y eso también se ve en las fotos tomadas por LA GACETA este lunes tras el fin de semana XXL, aunque el sondeo también reveló que una buena parte de los estudiantes no estaba enterada de la medida.
“Para mí es todo un verso. Jamás vi a la supuesta Policía. Durante la siesta, cuando más roban, no están”, criticó Irupé Arroyo, estudiante de Letras. Ella toma el colectivo hacia Alderetes en la parada de Educación Física, donde ocurrieron ataques recientemente. Irupé contó que le parecía más seguro quedarse en la parada de Filosofía y Letras. “A veces prefiero pasar por el centro y dar toda la vuelta antes que esperar del otro lado”, manifestó.
También habrá cámaras
Respecto de la nueva versión de los corredores seguros se sabe que durante la primera y segunda semana de junio hubo reuniones para planear la implementación. En una de ellas, la del jueves 6 de junio en el Honorable Consejo Superior de la UNT, el secretario general José Hugo Saab confirmó que se estableció “un mecanismo de presencia permanente en la zona de las cuatro unidades académicas como medida preventiva o precautoria de robo”. También afirmó que había hablado con los decanos y que estos habían reconocido la disminución de la inseguridad en las inmediaciones del Centro Prebisch.
Saab sostuvo que a esta medida se sumarán campañas estudiantiles sobre el uso de celulares en las paradas, por dónde salir y a qué hora. El jueves pasado hubo otra reunión para terminar de coordinar los detalles. Algunos de los que participaron fueron los jefes del distrito, de la Comisaría 11, y los decanos de las facultades de Filosofía y Letras, Sergio Robin, y de Educación Física, Raúl Lischinsky. Después del encuentro, las autoridades aseguraron que comenzarán a funcionar las cámaras de seguridad.
Las iniciativas anunciadas generan debates entre los estudiantes. Algunos están conformes: otros, no tanto. También proponen otras ideas, como la mejora de la iluminación en la zona del Parque y el control de acceso a los edificios.
Reapariciones
Los alumnos consultados recordaron los resultados de la medida de los corredores seguros en años anteriores. La primera vez fue en 2018, después de la denuncia de una estudiante por un intento de abuso, pero no duró mucho tiempo. Cuatro años después, con el regreso de la presencialidad pospandémica, volvió a subir el número de agentes policiales apostado en los ingresos del Centro Prebisch, pero eso tampoco tuvo continuidad. Más o menos lo mismo sucedió en 2023.
Los estudiantes observan que, pasado cierto tiempo, las fuerzas desaparecen y los delincuentes recuperan el terreno. “Siempre dicen que van a aumentar la seguridad y nunca hay nadie”, opinó siguiendo esta línea, Lorenzo Budín, estudiante de la Facultad de Psicología.
“No creo que se mantenga ni sea constante, seguramente dure una semana”, dijo Mariana Cortez. “Hay policías cuando arrancamos las clases: están un mes y después se van. Estaría bueno que vigilen lo que pasa en el Parque porque somos varios los que vamos a la Terminal. También sería ideal que estén hasta tarde porque es feo caminar por ahí cuando oscurece”, expresó.
Fatales mínimas distracciones
Mariana es una estudiante de Ciencias de la Comunicación que sufrió un robo el jueves 16 de mayo. Una de sus amigas, también estudiante de la facultad, presenció un asalto a las 18 en la parada de colectivos de Educación Física. Los dos hechos sucedieron esa misma semana y con idéntico modus operandi.
Cortez relató que a ella le robaron a las 10 de la mañana, cuando caminaba cerca del Lago San Miguel y ya casi llegaba a la Facultad. “Vi que pasó una moto, pero era temprano y había muchísimo movimiento, así que no me asusté”, contó. Unos segundos después, cuando sacó el celular para contestar un mensaje, volvió a aparecer el motociclista y le arrebató el celular. “Tenía muchos apuntes y resúmenes importantes. Hice lo imposible para encontrarlo. Realicé una denuncia, pero no tuve suerte”, señaló.
Este no es un hecho aislado. En los grupos de WhatsApp, los estudiantes relatan de manera constante diferentes situaciones similares que pasaron recientemente. Una universitaria que prefirió permanecer en el anonimato contó que en Educación Física se sospecha que los supuestos ladrones se infiltran entre los grupos de estudiantes. Otras víctimas incluso identificaron la moto usada para robar, cuyo conductor ataca aprovechando las mínimas distracciones. Al parecer, la Policía también sabe quién sería, pero no puede detenerlo porque es una persona menor de edad.
Manos libres, celu guardado
Según los relatos recopilados para este informe, en el ámbito de Centro Prebisch operan ladrones de diferentes edades. El 30 de mayo a las 14 horas, Selene Flores y sus amigos sufrieron un intento de robo dentro de la Facultad de Educación Física. Estaban en los merenderos y decidieron dejar sus cosas para practicar vóley. Luego de un tiempo, uno de los estudiantes se dio cuenta de que un desconocido estaba cerca de los bolsos. “Nos pareció raro así que nos acercamos, pero el hombre se puso nervioso y se fue en moto. Cuando fuimos a ver las cosas, nos dimos cuenta de que abrió el bolso de un compañero y de que rompió el cierre del bolsillo de una campera, donde había un celular”, explicó Selene.
Los estudiantes de Educación Física ya habían sido advertidos. En las plataformas de mensajería circulaba el siguiente aviso: “chic@s, tengan cuidado cuando regresen a sus casas, me quisieron robar el bolso. Estén super atentos y no vayan con el celu en la mano”.
Según Selene Flores, se está llegando al punto en que es necesario que se escrute quién entra a las facultades y para qué. “Nadie sabe si está ingresando alguien que quiere robar o hacer daño”, opinó.
La inseguridad existente en el entorno de las facultades del Parque 9 de Julio representa un desafío significativo para los estudiantes, el personal docente y no docente, y las autoridades universitarias. La sensación permanente de peligro no sólo afecta la calidad de vida de la comunidad, sino que también interfiere en el rendimiento académico y en el aprendizaje, y pueden provocar provocar e incrementar malestares psicológicos. Los testimonios y las observaciones directas revelan que hay mucho por hacer, y no sólo en el Centro Prebisch. La persistencia del problema está diciendo algo: los corredores seguros ayudan, pero, por sí solos, no eliminan el miedo. Lo saben las víctimas y, por ende, también los victimarios.
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